Mi discurso en el recinto de la Cámara de Diputados.
Si proyectamos el censo del 2010 en Nuestra Provincia se incorporan al padrón
electoral para elegir cargos provinciales y locales 5630 jóvenes de 16 años y 5680 Jóvenes de 17 años.
Con el voto que emitimos hoy les estamos dando la capacidad de cambiar las cosas y de elegir que cosas cambiar.
Estamos ampliando nuevamente la democracia, en nuestro país,
la historia de éste instituto que es el voto ha tenido una evolución
importante, es menos democrática la sociedad antes de 1912 con el inaceptable voto
calificado y con la determinación de los 25 años como la edad mínima requerida
para ejercer el derecho político al voto, que luego de la ley Sáenz Peña que lo
convierte en un acto de alcance universal, secreto y obligatorio disminuyendo
la edad exigida a los 18 años, y esta sociedad es mucho menos democrática que
luego de la incorporación de la mujer, por iniciativa de Eva Perón en 1947, y
hoy podemos contar un episodio más de esta evolución, sin dudas, hacia una
sociedad más democrática.
Con una inexplicable demora, este proyecto se presentó en
octubre de 2012 y tardamos dos años en tratarlo. Pero al fin damos certezas con
la votación del día de hoy a los 11300 jóvenes de 16 y 17 años que tendrán el
derecho a votar.
Lo que vamos a votar hoy no es un tema nuevo ni aislado en
nuestro país, incluso antes de la sanción de la ley en el congreso nacional en
noviembre de 2012, ya tenían la oportunidad de votar en elecciones municipales
los jóvenes de 16 y 17 años de la
localidad de Córdoba, Colonia Caroya y Zapala, en Rosario tenían la inédita
posibilidad de votar en el marco del presupuesto participativo joven decidiendo
que se hace con parte del presupuesto municipal.
Son innumerables los argumentos que encontramos desde el
FrePam para acompañar esta iniciativa. Desde la perspectiva legal indican que la disminución de la
edad necesaria para adquirir la mayoría de edad (antes a los 21, ahora a los
18, según la ley vigente) sumado al hecho de que se considere imputables
penalmente a los menores a partir de los 16 años de edad, y el proceso de
maduración evolutiva que merced al contexto tecnológico informático y del
conocimiento que hoy colocan a las personas de 16 años en aptitud ampliamente
superior a las que en otro tiempo tenían las de 18 años, explica por sí solo
que la inclusión política de los jóvenes de 16 y 17 tenga derecho al voto.
Estamos convencidos que dar este paso permitirá que los
jóvenes se sientan más incluidos y, por tanto, se involucren más en el proceso
político cuando sean mayores. Una mayor participación ayudará a los jóvenes a
asumir nuevas responsabilidades.
Además estamos poniendo a los jóvenes pampeanos en igualdad
de condiciones que los jóvenes de las provincias vecinas como por ejemplo, San Luis o Buenos
Aires donde los jóvenes de 16 y 17 años ya votan para cargos locales y provinciales.
También eliminamos una incoherencia notable, nuestros
jóvenes pampeanos podían elegir el Presidente de la Nación, pero no le
permitíamos elegir el concejal de su pueblo.
Y no nos olvidemos que hace 30 años los mandamos a la guerra con 18, como no van a
poder votar ahora a los 16 y 17.
Debe
ser obligatorio y no optativo
Teníamos la el deseo de que en nuestra provincia debemos
perfeccionar esta ampliación democrática y darle carácter obligatorio y no optativo por las
mismas razones que hacen del sufragio un derecho y un deber para los mayores de
18, son aplicables al segmento etario que se incorpora; nos parecía una
discriminación y una suerte de desvalorización del aporte político de esos
jóvenes. Pero entre lo ideal y lo
posible, que este proyecto que estamos tratando, igualmente marca un avance
trascendental que no podíamos dejar de acompañar.
Hoy ampliamos la democracia en La Pampa, esta voluntad de la
totalidad de la cámara, no debe detenerse solo aquí, esperemos sea la punta del ovillo
para debatir otras iniciativas como una Ley penal juvenil, una ley de juventud
que institucionalice la participación, como programas efectivos que mejoren la
calidad educativa y detengan la deserción escolar del nivel secundario, porque
no cupo joven. Sabemos que no alcanza solo con la participación política, sino
que es necesario reconocer que muchos de estos jóvenes son madres, padres,
trabajan, ayudan al sostenimiento familiar, y pueden ir presos por que el
Código Penal dice que a los 16 años son punibles, y deben asumir como adultos
su responsabilidad por actos delictivos.
Damos un paso importante y sabemos que va más allá de un punto sin
retorno, no tengamos dudas que si lo acompañamos de políticas públicas para los
jóvenes, debemos crear las condiciones para que sean verdaderos artesanos de su
tiempo.